Este mes de agosto se suceden como una cadena las Ferias, o Fiestas mayores de pueblos y ciudades, por lo menos de los que significan (o lo han hecho en algún tiempo) algo para mí: Antequera, Málaga, Linares, Almería, Ronda…

Este año no he ido ni iré a ninguna de ellas. No me apena más allá del hecho de no pasar un buen rato con mis amigos. Ya no echo de menos casetas, farolillos y demás aperos, pero mucho menos a los “borrachos-meadores de calles” que en los últimos años se vienen apoderando de las calles; especialmente en la feria del día. Málaga se ha vuelto un lugar intransitable a medio día por sus calles del centro, supongo que el considerable aumento de “merdellones y merdellonas” en la ciudad ayuda a ello; pero salvo que vayas a las cuatro casetas de “mayores” y a dos o tres sitios seguros, da miedo.

Sin embargo, no ha faltado el tiempo en que la feria era lo más esperado: la adolescencia: aún no entiendo cómo era capaz de aguantar aquel ritmo de fiesta!! y como no, la niñez!! Ir a los cacharritos de la feria me tenía todo el día nerviosa y me encantaba “disfrazarme” como yo le decía.

Aquí una muestra de esos tiempos:

Está hecha siguiendo la plantilla de la Red Social de KDS. El journaling es de unas sevillanas de Cantores de Hispalis, “A bailar”, que mi abuelo ponía mucho y que me recuerda a él especialmente.