O eso espero que sea.
Mañana una nueva final entre
Federer y
Nadal. Dos seres que, en el mundo del tenis, se encuentran un paso por encima del resto. Cada cual en su estilo.
Federer elegante, impoluto, como si fuese cosa de magia; mientras que, por contra, la garra y furia de
Nadal.
Aunque lo cierto es que por lo que he visto en este último
Wimbledon, Rafa ha aprendido ha hacer magia, ya no es sólo el aguante, la capacidad de desmoralizar a su rival, sino que ahora también (hablando de
hierba,
of course!) utiliza la raqueta con una clase magistral.
Me encanta el tenis desde que siendo chica mis padres me apuntaron... pero lo de correr detrás de la
pelota y sudar no era lo mio. Yo prefería la estrategia, el juego mental, como si de un tablero de ajedrez se tratara;
así que pronto me pasé al otro lado de la grada, a disfrutar de los maestros.
Así que mañana espero una final a la altura de las circunstancias, no como la de
Roland Garros, que fue bastante simple. Estoy preparada para 4 horas de tensión, y (a los posibles
fachillas que me lean)
queriendo que gane Rafa....
Aunque no niego que me
gustaría ver en una de estas a
Ferrer, y llegará, si es que alguna vez logra controlar su genio!
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